El Señor Jesucristo es santo y feliz y también lo son sus alumnus.

La santidad y la felicidad van de la mano. En la Biblia leemos: “Los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo” (Hechos 13:52, véase también Lucas 10:21, Romanos 14:17, 1 Tesalonicenses 1:6). Santidad sin la felicidad es sofocante e impersonal. La felicidad sin santidad es superficial y temporal. Pero cuando la santidad y la felicidad se unen en una persona que sabemos que el Espíritu de Cristo vive en esa persona.

William Law dice que el camino más seguro hacia la santidad y la felicidad es el agradecimiento a Dios. El valor de la gratitud se demuestra en la Palabra de Dios y también en la investigación científica (ver “Los versículos de la Biblia sobre el agradecimiento” y “investigación sobre La gratitud “).

William Law

William Law es uno de mis autores favoritos. Él era un maestro espiritual y escritor en Inglaterra durante el siglo 18. Es considerado un “místico protestante.” No es frecuente que alguien se describe como un protestante y un místico, pero esa es la grandeza de William Law. Él era un estudiante sobresaliente de la Biblia que compartió activamente a Cristo con otros y era un hombre de oración que disfrutó de una intimidad dulce con el Señor.

En 1728 William Law escribió un serio llamado a una devota y santas que se convirtió en uno de los grandes clásicos de la devoción al Cristo de todos los tiempos. En lo que inspira a sus lectores a unirse a él en la búsqueda de placer, en el uso de ejercicios espirituales para crecer en la santidad y la felicidad de Cristo.

John Wesley es uno de los muchos grandes líderes cristianos que se le atribuye un serio llamado a una vida devota y santa para desarrollar en él una voluntad enteramente dedicada a Cristo.

Cómo cultivar la santidad y la felicidad

Las palabras de William Law en acción de gracias en un serio llamado a una vida devota y Santa me han ayudado mucho en los últimos años. Confío en que te anime también:

No hay un estado de ánimo tan santo, tan excelente y tan verdaderamente perfecto como el de agradecimiento a Dios. En consecuencia, nada es más importante en la religión que la que ejerce y mejora este hábito de la mente. El santo más grande del mundo es el que siempre está agradecido a Dios, que quiere todo lo que Dios quiere, que todo lo recibe como un ejemplo de la bondad de Dios y que tiene un corazón siempre dispuesto a alabar a Dios por ello. Toda oración y devoción, el ayuno y la penitencia, la meditación y la quietud, todos los sacramentos y ordenanzas no son sino otros tantos medios para prestar así el alma divina. Esta es la perfección de todas las virtudes …

Si alguien te dice el camino más corto y más seguro de toda la felicidad y toda la perfección, tiene que decirle que es la regla hacia ti mismo de agradecer y alabar a Dios en todo lo que le sucede. Es cierto que toda aparente calamidad le sucede si usted da gracias y alabanza a Dios se tornara en una bendición. Si se pudiera hacer milagros, podría no hacer más que tener un espíritu agradecido. Que sana y convierte todo lo que toca a la felicidad …

El espíritu de murmullo y el descontento no será capaz de entrar en el corazón con tanta frecuencia si lo emplea en cantar las alabanzas de Dios (pág. 101)

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